viernes, mayo 10, 2024
Conocidos son los beneficios de la movilidad activa en nuestros desplazamientos cotidianos tanto para las personas como para el medio ambiente. 

Así mismo, si a esto le sumamos incorporar la movilidad activa como un hábito desde la primera infancia, los beneficios serían muchísimos mayores, entre los cuales destacan el desarrollar un sentido de orientación, la interacción con el ambiente tanto natural como construido, medida de prevención de obesidad infantil, sentimiento de libertad e inculcar un sentido de responsabilidad con el planeta.

Llega a ser cotidiano, en países del hemisferio Norte, ver postales de niños que se trasladan desde sus hogares hacia sus centros educacionales usando alguna forma de transporte activo. La principal razón de ésta ya acostumbrada y aceptada forma de transporte por infantes es la presencia de una adecuada infraestructura vial con enfoque en modos activos de transporte, esquinas peatonalizadas y bien señalizadas, y un mayor respeto del vehículo hacia el peatón o ciclista, sin importar la edad del mismo. 

Esta invitación de la ciudad por formas más limpias y saludables de moverse hace que a los niños se les vea felices compartiendo con sus pares, haciendo ejercicio no solo en días de verano y agradable clima sino también en días de invierno con lluvia y nieve. Contrario, en gran parte del hemisferio Sur, muchas ciudades y centros poblados, hay niños con las ganas y motivación de moverse en bicicleta, caminando u otra forma de transporte activo, pero la falta y/o incipiente infraestructura para esta forma de movilidad convierte estas intenciones en solo eso, intenciones.  

¿Qué pasa en nuestras ciudades Latinoamericanas? Desde el frío a la falta de oportunidades para la infancia.

El caso de Coyhaique

Coyhaique es una ciudad de un poco más de 50.000 habitantes, capital regional de Aysén, ubicada a 1.700 km al sur de Santiago, en el corazón de la Patagonia Chilena. Coyhaique es una ciudad pequeña, que de extremo a extremo tiene 3km de distancia, con increíbles vistas a un imponente cerro Mackay y con agradables temperaturas estivales. Estas características hacen pensar que es una ciudad soñada para moverse en bicicleta pero, lamentablemente, no es así.

Coyhaique, por su latitud, posee un clima con temperaturas bajo cero en invierno con presencia de nieve y hielo y mucho viento en estaciones de verano y primavera. Así mismo, se aprecia una alta contaminación atmosférica debido al excesivo uso de leña como fuente de energía. Si a estas condiciones le agregamos la falta de una adecuada infraestructura para el ciclista, con ausencia de una red de ciclovías que asegure un desplazamiento seguro, segregado del automóvil y del peatón, vemos la postal de infantes, desplazándose a sus establecimientos educacionales, aún más lejana de lo que se quisiera para lograr una inserción temprana de esta forma de movilizarse.

Coyhaique no tardó mucho tiempo en separarse de las otras localidades regionales que sí, siendo más pequeñas, han permitido mantener un hábito de desplazamientos en bicicleta durante la infancia. 

De esta forma se acerca más a los mayores centros poblados de Chile cuya partición modal de transporte, se refleja en la infraestructura urbana que está dedicada exclusivamente a ellos.

En Coyhaique hay solo 2,7 km. de ciclovías, las cuales se establecen en los sectores extremos de la ciudad. El 60% de esas ciclovías tiene un fin netamente recreativo (ver imagen 01), donde es común ver niños y adultos haciendo uso de la ciclovía. En el resto de la ciudad, salvo algunas pequeñas plazas, no es posible verlos.

Imagen 01: Ciclovía compartida a las afueras de la ciudad de Coyhaique

La falta de infraestructura es también un reflejo de falta de oportunidades de interconexión entre plazas, parques y establecimientos; común en varias ciudades de Latinoamérica. Esta falta intensificada por el clima extremo de esta zona al sur de Chile no desmerita la aventura ni quita la sonrisa de los niños; que interactúan con la precaria vía envueltos de la naturaleza y paisajes ,que roban a cualquiera un suspiro por su extremada belleza (Imagen 02).

Imagen 02: Infantes en Coyhaique desplazándose a sus centros de educación temprana.

El caso de Lima

En el caso de Coyhaique, el clima extremo hace pensar en que los niños no pueden movilizarse usando bicicletas u otra forma de movilidad activa; sin embargo, esta realidad se ve en muchos otros países y ciudades de Latinoamérica. En ciudades como Lima, con casi 10 millones de personas, los padres de familia prefieren movilizarse usando vehículos privados en lugar de escoger sus bicicletas y disfrutar del litoral peruano; ya que, aunque no hay la presencia de vientos fuerte ni temperaturas bajo cero, sí existe contaminación ambiental de una flota vehicular obsoleta; la falta de un sistema integrado de transporte; una gran mayoría de ciclovías inseguras y poco atractivas; y escasa política de arborización. Sin embargo, aún hay quienes escogen modos limpios de transportarse cuando la infraestructura está para el ciudadano (Imagen 03).

movilidad infantil
Imagen 03: Niña utilizando la ciclovía en Lima.

Aquí nacen algunas preguntas que muchas personas que usan bicicletas y han visto los beneficios, propios y para la sociedad, se hacen casi a diario:
¿Cuánto nos falta como sociedad para dejar de criar niños burbuja; acostumbrados a no exponerse al frío ambiental, encerrados en las casas, en el jardín infantil, o en el auto privado?

Es responsabilidad de padres, tutores y cuidadores abrir estas oportunidades de movilidad infantil. 

Debemos explicar, a nuestros niños, lo importante que es darle un respiro al planeta; asumir los riesgos de desplazamientos y reducir al máximo las externalidades negativas del indiscriminado desplazamiento por medios motorizado.

¿Qué es lo que falta para que los tomadores de decisión vean la importancia de diseñar ciudades para las personas y no ciudades vehículo-dependientes; diseñando ciudades que permitan desplazamientos seguros para padres con hijos y que aprueben una independencia en los desplazamientos cotidianos a edades tempranas?

Nunca es tan tarde para empezar mejorar; quién sabe si en unos años veamos a niños, sin ninguna supervisión adulta, movilizándose de forma agradable y segura en bicicletas por ciudades de Latinoamérica.

Fuente: web del Blog del BID

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