sábado, abril 27, 2024

Existe cierto consenso de que la participación femenina en el ámbito de la enseñanza de la ciencia, matemática y tecnología no es óptima y que, pese a los esfuerzos realizados desde diferentes espacios formativos y niveles educacionales, la brecha entre hombres y mujeres se ha mantenido, afectando el egreso de mujeres científicas e ingenieras en el país.

Un grupo de investigadoras de las Universidades de Talca y Técnica Federico Santa María consideró relevante en este escenario nacional e internacional, especialmente porque la información disponible reporta desde niveles muy iniciales que las mujeres dejan de participar tempranamente en ciencias y tecnología, cuestionando sus propias habilidades y capacidades para desempeñarse en este ámbito del conocimiento

Por este motivo se propusieron “avanzar desde la investigación educativa hacia el conocimiento de cómo ciertas experiencias y vivencias formativas de las mujeres influyen en su trayectoria académica, una vez que deciden optar por este ámbito de desarrollo profesional”.

“Sabíamos que las estudiantes, pese a superar la barrera del acceso, deben lidiar con el reto de mantenerse en las carreras, desafiando los estereotipos profesionales asociados al desempeño de hombres y mujeres en esta área; la que queramos o no, afecta su progresión”, comenta Carolina Martínez.

Ese fue el punto de partida del equipo investigador: pensar en cómo recoger evidencias que ayuden a comprender este fenómeno en el contexto de la educación superior y profundizar en posibles prácticas educativas que atendieran a la inclusión y equidad de género en el área de enseñanza de la ciencia y tecnología.

“Esto implicó, por tanto, permanecer bastante tiempo en el campo y recoger variada información de la comunidad educativa. Buscábamos desarrollar un estudio en profundidad que nos diera luces de cómo progresaban las estudiantes mujeres en su carrera, y conocer qué elementos podían ser determinantes para quedarse o no en esta área que habían elegido. En resumen, nuestro interés apuntaba a mirar y evidenciar como se manifestaba la relación entre la formación en ingeniería y el género, asumiendo que el género se construye socialmente y más aún, se expresa cuando las personas interactúan en diferentes contextos”.

Partieron de la idea de que a un nivel individual, las estudiantes aceptan la distinción de género como parte de su propio autoconcepto, definiéndose a sí mismas como estudiantes de Ingeniería y como futuras ingenieras, pero al mismo tiempo conscientes que, al analizar su formación desde un el plano interactivo, deberían examinar las relaciones y comportamientos en función del género entre las y los estudiantes, docentes y directivos, para finalmente desde una visión sociocultural intentar comprender el entorno de la universidad y los modelos de representación de la profesión en Ingeniería, e incluso de cómo se manifestaban las prácticas formativas institucionales que atendían a la inclusión y equidad de género en el área.

¿CUÁL ES SU PRINCIPAL RESULTADO?

“El estudio que se llevó a cabo en cuatro universidades del Cruch con diferentes perfiles constó de dos partes. La primera parte, relacionada con la caracterización sociodemográfica de las estudiantes mujeres que ingresaron el año 2018 a las carreras de ingeniería y el análisis de su retención académica al primer año. En la segunda parte de la investigación buscamos indagar en las experiencias formativas de las estudiantes tanto del primer año, como de cursos superiores, con el objetivo de analizar la relación entre el género y la formación en ingeniería, y al mismo tiempo, develar prácticas formativas que apuntaran a la inclusión y equidad de género en este ámbito.  

Así, en lo que respecta a la tasa de retención del primer año de mujeres que ingresaron a carreras de ingeniería el año 2018 en las cuatro universidades, se observa en todas las instituciones, que la retención en primer año de mujeres es menor que la de los hombres. Esta diferencia va desde medio punto porcentual hasta 10 puntos porcentuales, brecha que disminuye el porcentaje de estudiantes femeninas en carreras de ingeniería.

También, cuando se analiza la retención de las estudiantes en función del tipo de establecimiento educacional del cual provienen, se evidencia que la retención de mujeres es menor, cuando provienen de establecimientos municipales. 

Respecto de la brecha de género en carreras de ingeniería y las prácticas formativas para disminuirla se observa que las instituciones en estudio, han avanzado en la instalación de prácticas que puedan atender a esta brecha. Tales prácticas son impulsadas por las instituciones, pero los docentes las desconocen, siendo aún incipientes y manifestándose en una fase inicial de implementación. Las estudiantes, tanto de primeros años, como de cursos superiores son coincidentes en reconocer algunas prácticas que se han instalado, pero al mismo tiempo expresan que dichas acciones aún no se visualizan de manera explícita en los planes formativos, o bien a nivel de acciones formales instituidas.

Por parte de los directivos, en general, hay reconocimiento de la problemática de la brecha debe ser atendida mediante acciones concretas, centrando los esfuerzos en el trabajo a implementarse desde las direcciones y/o unidades de género a nivel institucional. Pareciera ser que este espacio formal de las instituciones deberá hacerse cargo en el corto plazo, de generar y construir lineamientos para las carreras del área, asumiendo la compleja tarea de avanzar hacia la enseñanza y educación con perspectiva de género a nivel universitario.

Las estudiantes se sitúan por lo general en espacios altamente masculinizados, lo que de manera indirecta, afecta su participación en los espacios académicos y el establecimiento de roles entre pares, al momento de cursar los planes formativos. En general, las mujeres tienen una participación menor en las clases, y asumen roles pasivos en el aprendizaje durante el primer año. Hay consenso entre las estudiantes de cursos superiores que los roles y tareas son distintos al avanzar la carrera, pero que deben enfrentarse a la presencia de fuertes estereotipos asociados al género para el área de ingeniería, los que están instalados entre el profesorado, y al mismo tiempo en el área del campo laboral cuando cursan su formación práctica.

De las estrategias didácticas de los profesores de primer año se observa que no hay en general acciones que atiendan a favorecer la enseñanza con perspectiva de género. No se reconocen prácticas docentes que aborden el reconocimiento y contribución de las mujeres en esta área del conocimiento y hay escasa participación de docentes mujeres en las carreras”.

¿QUÉ CAMBIOS IMPULSARÍAN EN EL SISTEMA A RAÍZ DE SU ESTUDIO?

“A partir del reconocimiento e identificación de prácticas que atienden a la inclusión y equidad de género en el área, y que, pese a que aún son incipientes, nos parece apropiado el establecimiento de una red focalizada en carreras de ingeniería entre las distintas universidades para socializar y transferir este tipo de prácticas formativas; las que además podrían conversar con las del área científica. Sugerimos avanzar en espacios que posibiliten que dichas prácticas formativas cuenten con legitimidad.

Otra cuestión importante es aumentar la dotación de mujeres especialistas en las carreras de ingeniería. Hacen faltas profesoras que puedan modelar prácticas y que en cierta medida contribuyan a la construcción de la propia identidad profesional de las estudiantes y futuras ingenieras.

Las unidades de género al interior de las instituciones, expresadas en direcciones u otras formas de organización universitaria tienen el desafío de canalizar la formación docente para la enseñanza con perspectiva de género y no solo en ingeniería. Se debe trabajar acerca del establecimiento de roles en el aula, que atiendan a la deconstrucción de estereotipos que actualmente existen.

Nos parece apropiado avanzar que tanto la inclusión como equidad de género en la formación superior, debe consolidarse como un indicador de la calidad formativa al interior de las instituciones universitarias y, por lo tanto, garantizar desde una mirada equitativa el desarrollo profesional y oportunidades de formación. En el actual contexto que vive nuestro país, no podemos eludir nuestra responsabilidad formativa como académicos en garantizar que todo el estudiantado cuente con posibilidades de desarrollarse plenamente, especialmente ante la diversidad de género, entendiendo que dicha diversidad es una oportunidad para el crecimiento y desarrollo de nuevas conceptualizaciones y prácticas formativas”.

Fuente web de Comisión Nacional de Acreditación de Chile CNA

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