domingo, abril 28, 2024

Montevideo cubre al 92% de su población con servicios de saneamiento mejorado y da tratamiento al 100% de las aguas residuales colectadas. Ese logro es fruto de 40 años de esfuerzos y trabajo continuo.

Por Cecilia Maroñas, Nicolas Rezzano, Marcello Basani*

Roma no se hizo en un día, dice el refrán. Alcanzar una cobertura del 92% de saneamiento mejorado en una ciudad como Montevideo y tratar de manera adecuada el 100% de sus aguas residuales, tampoco. La obra lleva 14,600 días, ó 40 años, de trabajo arduo y continuo.

Ese logro ha sido fruto del Plan de Saneamiento Urbano (PSU) un proyecto con visión de nación del Uruguay, que ha contado con el apoyo financiero y técnico del BID desde 1981. Es un trabajo que sigue una larga tradición del país suramericano en materia de saneamiento urbano.

Esta historia (que puedes conocer en detalle en esta publicación) comienza en la capital de Uruguay fundada en el año 1724.  Es aquí donde sucedió un pequeño “milagro sanitario”: a mediados del siglo XIX, Montevideo se convirtió en la primera ciudad latinoamericana en contar con un sistema de saneamiento por redes, ¡el que comenzó a construirse 15 años antes de que existiera un sistema de abastecimiento de agua potable por redes! La ciudad puso, como dice otro refrán, la carreta delante de los bueyes.

Todo comenzó cuando, a raíz de la preocupación creciente de la población por la higiene, en 1852 el empresario Don Juan José Arteaga, propietario de la Empresa Caños Maestros, presentó al gobierno una propuesta para instalar un conjunto de cañerías en la vía pública que sirviera para evacuar tanto las aguas residuales de origen doméstico como las aguas pluviales. Hasta ese momento, las aguas residuales eran transportadas por los esclavos –y, posteriormente, por los esclavos recientemente liberados– en barriles hacia las costas del Río de la Plata. Por ese entonces, la población de Montevideo no alcanzaba los 40.000 habitantes y la ciudad apenas superaba el área de Ciudad Vieja, es decir, una extensión de aproximadamente 150 hectáreas.

Obas de saneamiento en la calle Valles, en la Ciudad Vieja, circa 1920.

En 1854 el presidente de la República, el General Venancio Flores, firmó el contrato de concesión para la construcción de la primera red de saneamiento, pero las obras no comenzaron sino hasta 1856, luego de que se aprobara la primera ley de saneamiento (Ley sobre Construcción de Caños Subterráneos), que autorizó al Poder Ejecutivo a contratar la construcción de dichas obras. La empresa de Arteaga desarrolló y operó su red hasta el año 1917, llegando a construir 211 kilómetros de colectores y cubriendo aproximadamente 1.157 hectáreas. ¡Y gran parte de esta red sigue funcionando hoy en día! (Parte de la historia de los servicios sanitarios de la ciudad se puede conocer aquí)

Desde aquellas épocas la ciudad y su red de saneamiento continuaron crecieron de manera constante y se tuvieron que enfrentar, como pasó en muchas otras ciudades, a grandes crisis sanitarias debido a la falta de tratamiento de las aguas residuales que eran vertidas a sus costas. En 1972 la Intendencia de Montevideo, con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), realizó un estudio sobre la disposición final de las aguas residuales en la capital con el objetivo de dar solución a la crisis sanitaria que percibía la población y devolverle la vitalidad que una vez tuvo la costa de la ciudad y que había perdido.

A partir de dicho trabajo se confeccionó un ambicioso programa denominado “Plan de Saneamiento Urbano” (PSU), que la Intendencia de Montevideo, a través de una Unidad Ejecutora y con el apoyo del BID, comenzó a poner en marcha en 1981 y continúa desarrollándose hasta el día de hoy. Ha sido y seguirá siendo una colaboración única, que durante 40 años ha formado  una capacidad única de planificar de manera estratégica y con visión de futuro. En este video puedes ver parte de sus logros:https://www.youtube.com/embed/9orUQmchpNo?feature=oembed

Con la implementación de la cuarta fase en 2020, el 100% de las aguas servidas colectadas en Montevideo son dispuestas de forma adecuada, mientras que la cobertura del servicio de saneamiento urbano manejado de manera apropiada alcanza al 92% de la población. Además, se han abordado varios problemas asociados al drenaje urbano.

El camino recorrido desde aquellos inicios hasta el día de hoy ha sido arduo. La visión integral de largo plazo con la que fue confeccionado el PSU (en sus múltiples etapas), fue migrando desde su primer objetivo de salvaguardar la salud pública de la población mediante el sistema de alcantarillado, hasta una visión integral y moderna que incorpora la preservación del ambiente como del recurso hídrico con la universalización del servicio adecuado como fin último. Esta visión ha permitido consagrarlo como una política de Estado y blindarlo ante interferencias. Estos 40 años de arduo trabajo en colaboración con el BID contienen conocimientos prácticos y lecciones aprendidas muy valiosas.

Un factor que vale la pena destacar es la constante planificación llevada a cabo por la División Saneamiento de la Intendencia de Montevideo. Esta siempre tuvo disponibles planes que pudieran ser puestos en marcha rápidamente para mejorar la calidad de vida de los habitantes, facilitando así el proceso de alineación de intereses con los diferentes gobiernos y garantizando su continuidad. El efecto demostración fue sumamente importante para consolidarlo como política de Estado. La exitosa recuperación de las playas del este de la ciudad en la primera fase del plan, así como los valiosos resultados obtenidos en las etapas posteriores le permitieron resguardarse ante la alternancia política.

En este mapa se aprecia la extensión de la red Arteaga (primera red de alcantarillado construida) en relación a la extensión actual de la red de alcantarillado

Otra razón de éxito fue la conformación de una Unidad Ejecutora como brazo operativo complementario de la División de Saneamiento. Esta, de carácter puramente técnico, mantuvo un rol continuo durante todas las fases del PSU, lo que ha permitido mantener la continuidad del programa y proteger la visión de largo plazo. Además, la baja rotación del personal técnico y administrativo ha permitido construir una valiosa memoria institucional.

Para asegurar la sostenibilidad financiera, la tercera etapa del programa incluyó la revisión de la estructura tarifaria del sistema de alcantarillado y el desarrollo de medidas de mejora en la facturación, las que apuntaron a incrementar la disponibilidad de recursos para la operación y el mantenimiento de la infraestructura de saneamiento y drenaje, con el consecuente aumento de la calidad del servicio.

Además, parte de las claves del éxito de la implementación del PSU en Montevideo corresponde al involucramiento de carácter social que se realizó y sigue realizándose. Por un lado, incentivar la conexión ha sido fundamental. Actualmente, existen montevideanos cuyos hogares no están conectados aún a la red de saneamiento, aunque esta se encuentra operativa frente de sus hogares. La experiencia mostró que no basta con ofrecer financiamientos o subsidios para las obras de readecuación de los hogares y esperar que la población busque activamente aprovechar este beneficio, sino que el proceso debe ser acompañado para promover e incentivar su utilización, diseñando planes que se adapten lo mejor posible a las necesidades de las familias afectadas. En esta línea, durante la cuarta etapa del PSU, particularmente en el barrio Casabó, se conformó un equipo multidisciplinario, formado por profesionales de las áreas de ingeniería, trabajo social y comunicación, que emprendió la ardua tarea de contactase directamente con todos los vecinos para promocionar los beneficios de la conexión al saneamiento, así como asesorarlos y asistirlos durante todo el proceso de obra formando un vínculo estrecho con ellos. El resultado fue exitoso; la incorporación de profesionales del área de trabajo social fue parte fundamental.

Otra razón del éxito fue la forma en que se llevó a cabo el plan de reasentamiento. Para realizar algunas obras de la cuarta etapa fue necesario relocalizar a más de 300 familias. Los reasentamientos se realizaron dentro de los plazos establecidos, sin superar los montos previstos y sin enfrentar una mayor resistencia por parte de la población afectada. Una vez finalizado el programa, más del 90% de las familias reasentadas estaban satisfechas o muy satisfechas con el cambio de vivienda. Las razones de este éxito fueron diversas. El plan de reasentamientos ofrecía un panel de opciones para que cada familia pudiera elegir; se podía optar por una vivienda en alguno de los complejos habitacionales construidos durante las obras y financiados por el programa u obtener recursos para comprar otra vivienda en el mercado. Cualquiera fuera la opción, las nuevas viviendas eran mejores que las anteriores. Además, los complejos habitacionales financiados por el programa estaban localizados en los mismos vecindarios, de modo de alterar lo menos posible la vida de quienes optaban por esta alternativa. Por último, a las familias afectadas se les brindó asesoramiento y asistencia técnica para facilitarles lo más posible el proceso de reubicación y adaptación a su nuevo hogar.https://www.youtube.com/embed/o1LAqdeUAWg?feature=oembed

Como estás, existen otras lecciones aprendidas de diversa índole, también muy relevantes y que fueron y serán parte del éxito de estos 40 años de implementación del PSU.  Aprender de la experiencia constituye un elemento clave para evitar repetir los errores y avanzar hacia un futuro mejor. Extraer lecciones de tales vivencias permite aprovechar el camino transitado y mejorar el desempeño de los futuros proyectos que se desarrollen en la región.

Montevideo fue pionera en la implementación de un sistema de saneamiento, y lo hizo poniendo el carro delante de los bueyes. El desafío persiste, se debe continuar avanzando hacia la universalización del servicio para todos los habitantes. Pero el camino para los bueyes (ahora delante de la carreta) ya está trazado.

*Cecilia Maroñas Cecilia Maroñas es consultora independiente. Es ingeniera Civil hidráulica-ambiental con una maestría en Ingeniería Ambiental por la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Se ha especializado en la evaluación y gestión ambiental de proyectos así como temas relacionados con el agua, saneamiento y residuos sólidos, trabajando tanto en el sector público como privado. Nicolas Rezzano es especialista en agua y saneamiento del BID, residente en Uruguay.

Fuente: blog del BID

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