sábado, abril 27, 2024


Te recordamos los riesgos a la hora de conducir con fenómenos atmosféricos inestables. Uno de esos riesgos se llama hidroplaneo o derrapamiento en pista mojada.  

El hidroplaneo es un fenómeno por el cual un vehículo sufre la pérdida de tracción y de control al circular a alta velocidad sobre una superficie cubierta de agua, haciendo que se reduzca la fricción necesaria entre las llantas y el suelo. 

Todo neumático está diseñado con unos surcos que sirven justamente para expulsar el agua que se acumula en el camino; pero hay ocasiones en que la cantidad es tanta que es imposible evacuarla. 

Esto hace que la presión del agua se acuñe debajo de la rueda y que el vehículo se levante del pavimento, provocando incontables accidentes por derrapamiento, sobre todo en los momentos en que se aumenta la velocidad o se cambia de dirección.

El hidroplaneo se puede evitar. Para ello es importante tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:

Primero que nada, se debe controlar siempre la presión del aire en las ruedas y verificar la correcta profundidad de los surcos en la banda de rodamiento. A su vez, en el momento de pasar por el agua se recomienda reducir la velocidad considerablemente. 

Por otra parte, es importante tener un buen control de la presión del pedal de freno en estos casos, debiendo hacerse de forma suave para conseguir la suficiente adherencia de las llantas con el pavimento. 

Se recomienda evitar las maniobras bruscas como giros o frenadas y, por último, circular a una velocidad prudente; más aún, teniendo en cuenta todo lo expuesto.  

En caso de sufrir un hidroplaneo, es importante tener en cuenta que se debe sacar de inmediato el pie del acelerador y no usar los frenos para intentar detenerse de forma repentina. Posteriormente se debe girar el volante en el sentido contrario al que se desliza el vehículo, lo que permitirá que las llantas se vuelvan a alinear con la dirección inicialmente.

Una vez que el control se ha recuperado, se puede ir aplicando una ligera presión sobre el pedal del freno (nunca de forma repentina) lo que hará que los neumáticos reduzcan su velocidad al tiempo que siguen rodando y se vuelva a lograr el agarre con la superficie.

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