lunes, mayo 20, 2024

La pandemia del COVID-19 constituyó un reto sin precedentes para el sector de agua y saneamiento. Un año después analizamos la respuesta del sector en esta publicación.

Por Tania Páez Rubio*

En marzo de 2020, la mayoría de las empresas prestadoras de servicios de agua y saneamiento de la región de América Latina y el Caribe (ALC) se enfrentaron a un desafío sin precedentes. Los gobiernos de la región declaraban el estado de emergencia en sus países debido a la pandemia de la COVID-19. A las empresas prestadoras de agua y saneamiento se les instruyó casi de inmediato el proveer agua potable a todos sus habitantes, independientemente de su capacidad de pago o su conexión a la red pública, puesto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que el lavado de manos constituía una práctica de primera línea para frenar la transmisión del coronavirus.

Esto constituye de por si un reto, ya que 20 millones de personas, todavía no cuentan con una fuente básica de agua en ALC (según el Grupo de monitoreo conjunto de agua y saneamiento de Naciones Unidas). Si tomamos en cuenta la población que no tiene acceso a suministros de agua mejorados, esta cifra trepa casi un orden de magnitud, acercándonos a 170 millones de personas de la región. Sin dudas estas cifras plantearon un esfuerzo adicional a las empresas prestadoras para salir a cumplir con el mandato de proveer y asegurar agua potable, no solo a los que contaban con servicio por redes sino a esos millones de personas que a la fecha no estaban cubiertas por el servicio, sumado a las condiciones adversas de: pandemia, estados de emergencia y restricciones de movilidad que los países establecían.

Pasados unos meses de ese hito sin precedentes en ALC, desde el BID realizamos una encuesta a los prestadores de servicio de la región para conocer qué soluciones habían implementado para dotar de agua potable a poblaciones vulnerables sin acceso al servicio por redes. Las encuestas tenían el objetivo de relevar: 1. número de personas sin cobertura por red, 2. características geográficas y topográficas de la ciudad/localidad, y 3. las características técnicas de las soluciones implementadas, entre otras.

La encuesta también sirvió para entender cuál era el punto de partida de las empresas, es decir, si contaban con planes para dotar de agua potable a poblaciones sin acceso a servicio continuo mediante redes en condiciones normales (sin pandemia), y si esta respuesta era afirmativa, como se monitoreaba y con qué frecuencia. También se consultó sobre la disponibilidad de un plan o programa para dotar de servicio de agua potable a poblaciones sin acceso a servicio continuo mediante redes en situaciones de emergencia (como la pandemia por COVID-19). Además, les pedimos a los prestadores que nos contaran cuáles fueron los mayores desafíos y también las lecciones aprendidas en todo el proceso. Como principales hallazgos podemos mencionar que:

1- El reparto de agua mediante carros tanque, además de ser la solución mayormente adoptada por los prestadores, es la solución más versátil debido a que puede cubrir todos los rangos de población beneficiaria, puede ser utilizado en diferentes regiones y tipos de terreno, aunque hay que considerar que puede tener limitaciones por dificultades de accesibilidad además de los costos logísticos que esta solución implica. Otras soluciones, como la construcción de tanques elevados para distribución por gravedad, reparto de tanques plásticos para almacenamiento domiciliario de agua, la interconexión de redes de agua potable para la redundancia de sistemas de distribución, o instalación de grifos comunitarios en sitios estratégicos, fueron implementadas por los prestadores de la región.

2- Los prestadores se enfrentaron a una serie de desafíos y obtuvieron una serie de lecciones aprendidas durante el proceso que incluyen: aspectos logísticos, sanitarios, financieros, institucionales, de planificación, participación comunitaria, de comunicación, entre otros. En la publicación se puede encontrar todo el detalle y el análisis realizado a partir de los testimonios de los prestadores de la región.

Un año más tarde tenemos interesantes aprendizajes. Primero, podemos decir que la situación sanitaria ocasionada por la pandemia evidenció la necesidad de que los prestadores de servicios de agua y saneamiento cuenten con planes de emergencia para la provisión de agua a sus poblaciones y en especial a los más vulnerables que no cuentan con servicio a través de redes. Además, la provisión de agua potable a poblaciones vulnerables sin acceso a servicio mediante redes ha demandado de los operadores de la región la implementación de soluciones alternativas para cumplir con una responsabilidad social y de salud pública, debido a las recomendaciones de las autoridades sanitarias respecto al lavado frecuente de manos con agua y jabón en el afán de contribuir a mitigar el contagio de la CoViD-19.

Y ahora las miradas comenzarán a dirigirse al momento que la emergencia sanitaria pase, ya que estos millones de personas que han obtenido agua potable en forma gratuita y han adquirido un derecho que no será fácil de suspender, y además no se merecen que se lo suspendan, y en donde los operadores y Municipios deberán analizar las alternativas técnicas y de gestión para atender esa demanda consolidada de una forma sostenible en el tiempo.

*Tania Páez es especialista senior de la División de agua y saneamiento del BID, residente en Perú.

Las fotos de ilustración son cortesía de SEDAPAL.

Fuente: web del blog del BID

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