Biopaneles generadores de energía que aspiran el dióxido de carbono y bombean biomasa para utilizarla como combustible o fertilizante: esa es la idea de la empresa mexicana Greenfluidics y sus paneles de construcción de biorreactores de microalgas mejorados con nanotecnología.
La idea de utilizar tanques planos de algas en el exterior de los edificios no es nueva. Ya hablamos del proyecto de Arborea, o los avances en este campo de la Universidad de Cambridge.
De hecho, los expertos del sector coinciden, las microalgas se pueden convertir en unas de las materias primas más usadas en el futuro. El futuro de los alimentos sostenibles está ligado a las algas.
Estos paneles, teñidos de verde por la biomasa que contienen, tienen varias funciones. Toman un flujo de dióxido de carbono, capturado de lo que de otro modo sería una fuente de emisiones, y lo hacen pasar por agua impregnada de cepas seleccionadas de algas, que absorben el CO2, así como la luz solar, y hacen la fotosíntesis, aumentando su masa y generando oxígeno fresco. Cuanto más luz solar esté disponible, más rápido crecerán las algas, capturando alrededor de dos libras de dióxido de carbono por cada libra de algas.
Estos paneles también atrapan el calor en su agua, lo que sirve para dos propósitos en el BIQ: en primer lugar, con los paneles montados en el exterior, da sombra al edificio, reduciendo el uso de energía del aire acondicionado en el verano. En segundo lugar, ese calor puede aprovecharse, al igual que la propia biomasa. La biomasa generada por el BIQ se filtra periódicamente en forma de pulpa, se retira y se vuelve a procesar para convertirla en biocombustible, que luego se devuelve al edificio y se introduce en el quemador que hace funcionar el sistema de agua caliente del edificio. Entre el combustible de biomasa y el calor capturado del agua en los paneles, el BIQ es capaz de cubrir de forma sostenible alrededor de un tercio de sus necesidades de energía para calentar el agua.
Greenfluidics quiere hacer un par de ajustes en este proceso. Principalmente, la innovación está en la captura y conversión térmica.
El sistema usa nanofluidos, es decir, se añaden al agua nanopartículas de carbono reciclables que aumentan su conductividad térmica. Esto se hace pasar por un lado de los paneles, mejorando su captación de calor, mientras las algas se cultivan en el otro lado. En este caso, el calor se transforma directamente en electricidad a través de un generador termoeléctrico, y se introduce en el edificio, lo que hace que estos paneles de algas sean más análogos a los paneles solares tradicionales.
Greenfludics afirma en su página web que «cada Biopanel puede generar hasta 330 KWh/m2 al año«. Esto parece extremadamente optimista.
Otros datos son un efecto de enfriamiento de la sombra que podría ahorrar «hasta 90 kWh/m2» al año, y que su solución puede «mejorar la calidad del aire al mitigar 200 kg de CO2/año«, lo que realmente no tiene sentido sin una idea de escala.