Por Andrea Peris, Coordinadora Comunicacional del XXIII CILA
Hace exactamente una semana, las luces del XXIII Congreso Internacional de Lingüística Aplicada (CILA) se apagaron, pero el eco de las discusiones, las risas y los nuevos vínculos profesionales aún resuena en cada uno de nosotros. Como Coordinadora Comunicacional de este magno evento, la emoción que siento hoy es una mezcla poderosa de alivio, orgullo y una profunda gratitud.
Han sido muchos meses de intensa planificación, incontables reuniones, y el desafío constante de lograr que cada anuncio, cada imagen y cada post reflejara la calidad y la vitalidad de nuestra comunidad. La comunicación es el puente que une el trabajo científico con el público, y ver ese puente firme, sosteniendo la afluencia de delegados de numerosos países, es mi mayor recompensa.
Durante los días del Congreso, ser testigo de cómo la planificación se transformaba en una experiencia viva y enriquecedora fue indescriptible. Desde la cobertura en tiempo real de las plenarias hasta la interacción digital con quienes nos seguían a distancia, el ritmo fue frenético, pero impulsado por una energía palpable: la pasión por la comunicación de un XXIIICILA inolvidable.
Hoy, el agotamiento es mínimo comparado con la satisfacción de haber contribuido a que el XXIII CILA fuera un espacio de encuentro e inspiración. Este logro no es individual; es el resultado de la sinergia de un equipo increíblemente dedicado y la participación entusiasta de ponentes y asistentes.
Cerramos esta etapa con la convicción de que el conocimiento compartido y las conexiones forjadas perdurarán. Llevo en el corazón la vibración de cada jornada y me preparo, con la mente clara y el espíritu renovado, para seguir impulsando la labor de nuestra asociación.
¡Gracias a todos por hacer del XXIII CILA un éxito memorable!










































