Por Andrea Peris

El 22 de mayo fue un día especial. Desde temprano, se respiraba algo distinto en el Banco Central del Paraguay. Las arpas paraguayas, cortesía de SENATUR y marcas aliadas, recibían a los asistentes con una calidez única. El aroma a café, los jugos naturales y los libros del Dr. Mario Alonso Puig creaban un ambiente donde todo invitaba a detenerse y conectar.

Y eso hicimos: paramos para mirar hacia adentro.

Con su estilo tan humano como profundo, el Dr. Mario Alonso Puig nos llevó a un viaje de introspección colectiva. “Lo que no se nombra, nos gobierna”, nos dijo. Y con esa frase como puerta de entrada, comenzamos a explorar un territorio que a menudo evitamos: nuestras emociones, nuestros miedos, nuestras sombras.

Lo que más me tocó personalmente fue uno de los ejercicios que él llama “Meditación para Campeones”. Una experiencia poderosa que no solo nos invitó a mirar al miedo de frente, sino también a cambiarle el color, a movernos, a cambiar la postura… y con eso, cambiar la energía.

No puedo explicar lo que sentí. Fue como si el cuerpo, de pronto, se volviera aliado, fuente de fuerza. Esa meditación me llenó de vitalidad y determinación.

El cuerpo fue protagonista durante toda la jornada. “El cuerpo es inconsciente, pero está leyendo todo el tiempo lo que sientes”, nos recordó. Aprendimos a habitarlo, a usarlo como un puente hacia la conciencia. A enraizarnos, a alzar la cabeza, a sentirnos presentes, y a sentirnos campeones, que nadie nos puede vencer. 

También nos enfrentamos al miedo. No para combatirlo, sino para aceptarlo. Para preguntarnos: ¿de qué color es?, ¿qué imagen tiene?, ¿qué siento cuando lo dejo aparecer? Porque solo lo que se acepta puede transformarse.

Y entre esas transformaciones, apareció una idea que me quedó grabada:

“Eres hija del universo, hijo de Dios. ¿Cómo podrías creer que la oscuridad tiene más poder que la luz?”

La jornada, organizada por 40 Lunas Producciones, no fue solo una conferencia. Fue un espacio de reencuentro con nuestra dignidad esencial. Un recordatorio de que no estamos rotos, que lo que necesitamos no siempre está afuera, sino muy dentro nuestro.

Al final, Mario firmó libros con paciencia y afecto. Pero lo más valioso que nos llevamos fue invisible: una pausa que nos despertó. Una conexión real. Una energía que sigue vibrando.

Hay días que te cambian. Este fue uno de ellos. No por lo que pasó en el escenario, sino por lo que pasó dentro mío.

A veces basta una sola pausa para recordar quiénes somos, hacia dónde queremos volver a caminar, y hacer caminos desde dentro.

— Andrea Peris

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